La curiosidad mató al gato

Ayer me emborraché como nunca antes. Y así, borracha y sola en la barra de aquel bar, entre el whiskey, el ron y el vodka caí en la cuenta de que ni el absenta me podría ayudar a olvidarte. Estoy hecha un lío, no puedo contigo y tú, contigo, tampoco.

De momento por las noches duermo bien. El alcohol atrofia mi cerebro y ni siquiera es capaz de soñar. Ni contigo ni sin ti. Despierto sumida en la incertidumbre, no pienso esperar el momento en el que el alcohol no surta su efecto. Prefiero arrancarme las tripas con una tenaza. Que curioso, ni siquiera te has quedado en mi corazón, ni siquiera ahí paraste.

Al salir de casa pienso "hoy va a ser un mal día". En efecto, te encuentro saliendo de la licorería, no puedes con la bolsa marrón. Esta vez el revólver te apunta a ti.

Él estaba sentado en el autobús, solo, del lado de la ventana. Por un momento se quedó mirándome fijamente y luego volvió a perderse en sus pensamientos. De repente, se sentó a su lado una mujer, de cintura bastante ancha la verdad, él se echo a un lado con una mueca en sus labios de algo que parecía asco. En ese momento me distraje de la imagen y cuando les volví a mirar estaban hablando dados de la mano, pero como sin tocarse...

Es una compleja situación eso de estar/no estar con una persona. Empezar siempre es fácil, pero ¿seguir? Cuando estás con alguien piensas que va a ser para siempre, que es la persona idónea, almas gemelas...

No es por tí, es porque me recuerdas demasiado a él. No te puedo ver sin pensar en él, cuando estoy contigo pienso en él. Su pelo, sus ojos, sus manos...

No nos podemos volver a ver, no quiero que me escribas, ni que me llames. Quiero que te olvides completamente de que existo.

Yo te prometo no volver a cruzarme en tu camino, nunca más.